Mi primer trabajo como docente, lo desempeñe en ésta Institución llamada Rama.
Aquí aprendí que la formación de docentes para la inclusión educativa es un asunto prioritario, ya que en dicha Institución trabajábamos con niños con diferentes problemáticas, que afectaban directamente en su rendimiento académico y por lo cual quedaban excluidos del sistema educativo.
Desarrollar diferentes herramientas didácticas para captar la atención de los estudiantes fue un gran desafío que tuve que desempeñar durante los 3 años que impartí clases aquí.
Con mi equipo de trabajo compuesto por docentes, asesores pedagógicos y trabajadores sociales, debíamos ser capaces de acomodarnos a continuos cambios, tanto en el contenido como en la forma de enseñar mejor. Debíamos contar con competencias que llevaran a flexibilizar los espacios de enseñanza - aprendizaje y a partir de propuestas que reconocieran las capacidades cognitivas y expresivas de los niños, niñas y jóvenes de éstos sectores para enriqueserlos de capital cultural.
En dicha Institución contábamos con salas de informática, salas de recreación, una huerta, biblioteca y una salón de estudio.
Recibiendo mucho afecto y cariño por parte de los estudiantes, comprendí mi vocación por la educación.
Para garantizar una educación inclusiva, es necesario el compromiso del sistema educativo como un todo. Así, en el nivel de la macro política, los sistemas educativos necesitan asignar recursos en forma específica a los programas de inclusión educativa y requieren propender a su monitoreo y evaluación; igualmente asegurar una legislación nacional y compromisos regionales que generen las garantías adecuadas para el desarrollo de políticas de inclusión.