Volvemos de vacaciones con energías renovadas. Hemos vuelto la atención hacia aquellas actividades que más nos gustan, hemos disfrutado y hemos relajado la mente y las tensiones. Volvemos al aprendizaje con nuevas energías, aunque nos dé un poco de pereza al principio (es perfectamente normal, ello no significa que nada vaya a ir mal), y a menudo empezamos en septiembre con nuevos propósitos para el nuevo curso. Vamos a recordar algunos trucos para aprovechar la energía que llevamos recargada y hacer que estos propósitos no se desvanezcan al cabo de pocas semanas, sino que definan lo que realmente somos capaces de alcanzar.
Vamos allá:
PROPÓSITO. El primer paso es definir nuestro objetivo de la forma más precisa posible, preguntándonos qué es exactamente lo que queremos conseguir. ¿Qué contenidos nuevos quiero aprender? ¿Qué examen quiero superar, si es el caso? ¿De cuánto tiempo dispongo para alcanzar mi objetivo? Ya sea una lengua extrangera, una asignatura de la escuela o universidad o una afición, visualizar los contenidos desde un inicio ya nos da unos cuantos metros de ventaja en la línea de salida. Os puede ayudar coger papel y lápiz, post-its, rotuladores de colores, lo que más os divierta, y esquematizar los 3 o 4 puntos principales del aprendizaje que queremos asimilar. Si os da pereza hacerlo solos o necesitáis un empujoncito inicial, muchos profesores ofrecemos una primera sesión gratuita tanto para conocernos como para facilitaros la visualización de vuestros objetivos y la organización. Lo que nos lleva al siguiente punto:
ORGANIZACIÓN. Eso es, distribuir la materia a aprender en el tiempo disponible. Para ello es clave decirse honestamente de cuánto tiempo (diario, semanal...) disponemos para el objetivo X y qué horarios aproximados le vamos a dedicar. Y con ello vamos al tercer y último punto, y seguramente el más crucial:
REALISMO: PROPÓSITOS SENCILLOS Y ASEQUIBLES. El punto realmente clave del éxito es que nuestro plan de trabajo sea asequible para nosotros y que nos adhiramos a él. Tanto sobrevalorar como infravalorar nuestras fuerzas puede hacer que nos desmotivemos por sobrecarga o por aburrimiento. Empezar con propósitos pequeños y ver que somos capaces de cumplirlos AUMENTA NUESTRA MOTIVACIÓN y nos llena de energía. Esa energía tiene un valor incalculable!
Además hay un plus, un regalo añadido, y es que esa energía se transmite y la gente que tenemos alrededor la percibe, creando un clima agradable de energía positiva a nuestro alrededor - que por supuesto repercute positivamente en el aprendizaje. Esto facilita que podamos contar con el soporte de este ambiente, lo que nos ayuda a crecer y a aprender más a gusto, con lo cual es un ciclo que se retroalimenta. Merece la pena invertir ahí!
Así pues, empecemos cumpliendo los primeros pasos: visualizar, organizar y buscar el soporte necesario ya nos dará energía para llevar a cabo las primeras tareas con éxito. Y a partir de aquí, sólo hay que cuidar nuestro reto y mantenerlo, lo que será mucho más interesante e incluso divertido. Y cuando haya momentos difíciles, que los habrá, los profesores os ayudaremos a hacerlo más fácil.
Y tú, ¿te atreves a hacer realidad tus propósitos?