Después de muchos años como profesor he descubierto que cada alumno tiene un proceso de aprendizaje distinto, así pues, no podemos utilizar un método general pretendiendo lograr excelentes resultados.
Si enseñamos física basándonos única y exclusivamente en las fórmulas, la mayoría de los alumnos la percibirán como algo abstracto y horrible, pero si somos capaces de hacer cercanos los conceptos abstractos, relacionándolos con las experiencias cotidianas de los alumnos, abriremos la ventana al conocimiento.
Nunca dejaré de sorprenderme cada vez que un alumno es capaz de abrir los ojos al conocimiento, cuando surge la chispa y el aprendizaje se realiza de forma exponencial, a partir de ese momento, es capaz de caminar solo, y de enfrentarse a los mayores retos del conocimiento que puedan plantearle cualquier asignatura.
Recuerdo a un alumno que había elegido la opción de letras, y tenía que recuperar Física y Química, durante un verano le ayudé a comprender la materia y superar la asignatura. Mi sorpresa vino cuando decidió cambiar de opción, a ciencias puras.
El mejor método es ser claro, conciso y riguroso, desde la cercanía cotidiana.
Saber bajar el nivel, ser paciente, conocer en todo momento las dudas del alumno y sobretodo, dominar la materia son cualidades imprescindibles para que un profesor tenga éxito, para que logre ser un buen profesor.
Es un reto ante el cual no todo el mundo está preparado. ¿Te animas?