El Portugués es la tercera lengua más hablada en el occidente, por aproximadamente 250 millones de personas repartidas por los cinco continentes.
Durante mi trayectoria vengo encontrando los motivos más variopintos, desde quien lo estudia por necesidad hasta quien desea entender las canciones o profundizar en la rica literatura en lengua portuguesa.
Los motivos que nos llevan a adentrarnos en el estudio de una lengua pueden ser los más variados, desde una pura curiosidad antropológica hasta necesidades más prácticas de nuestro día a día, como buscar trabajo, por motivos académicos o sencillamente el hecho de querer viajar y saber comunicarse, o también en el contexto empresarial, por la necesidad de cementar relaciones comerciales en mercados donde el portugués es la lengua oficial.
Pero sin duda, aprender un idioma es una de las formas más apasionantes de conocer una nueva cultura, y partiendo de esa idea, he confeccionado una metodología propia, basada en las ideas de la Pedagogía Progresista, y muy fuertemente ligada a las ideas del pedagogo brasileño Paulo Freire, que humaniza la enseñanza asociando el conocimiento de la lengua al de la cultura que la prefigura, facilitando el hecho de aprender, en situar la lengua en su contexto socio-cultural, provocando que el estudio de la lengua se haga de una forma muy natural e, consecuentemente, permanente.
Otro error craso que suele pasar entre los idiomas hermanos es creer que con uno “te espabilas” para hablar el otro, pero cuando la realidad se muestra uno entiende que no es así. Para empezar, entre el Portugués y el Castellano hay una infinidad de falsos cognados, los famosos “falsos amigos”. o sea, palabras iguales con significados muy diferentes en cada uno de los dos idiomas. Un ejemplo que suelo dar, ya que te puede complicar la vida es el “exquisito”.
Supongamos que acabas de comer una comida riquísima que una persona de habla portuguesa te preparó con toda su dedicación y esmero, y para definir y agradecer dices medio en Portugués, medio en Castellano: “Obrigado, la comida estaba exquisita!”. De seguida podrás observar la cara de decepción del interlocutor lusófono con tu veredicto, y a lo mejor te quedas sin entender, porque no sabes que en Portugués, “esquisito” especifica algo raro, anómalo, diferente en un contexto despreciativo. Y así millones de otras palabras y expresiones.
Entonces parece mejor asegurarte bien de que sabes de lo que hablas, ¿verdad?
Este es, sin duda, un buen motivo para aprender Portugués.