Muchos alumnos al llegar me dicen "yo hasta esa nota no llego", siempre que subimos en las octavas del piano. Que tendrán los agudos en nuestra mente, que nos sentimos limitados, que no se puede llegar hasta allí, que requiere un talento especial...Todas palabrerías de una mente que desconoce el poder de la voz.
Pues la verdad es que yo pasé por eso también. Tenía una voz hablada muy grave, con escape de aire, problemas en las cuerdas y al cantar, tenía todas esas dificultades, especialmente cuando llegabamos a los temibles agudos!
Al decidirme arreglar mi voz y estudiar, me topé muchas veces con el tema de los agudos y las emociones que ese "fracaso" (?????) podían traer a mi cabeza, ya que encima todas mis artistas favoritas cantaban, a mi modo de ver, de una forma inalcanzable. Seguro saben de qué les hablo...
Ahi fue cuando mi profesora y mentora me dice...Si quieres llegar allí, primero debes dominar los graves, la voz hablada, y verás como así los agudos vendrán solos, sin esfuerzo. A partir de ese trabajo mi voz, mi canto y mi vida cambiaron para siempre. Puede sonar exagerado pero hoy no tengo problemas en las cuerdas vocales, tengo una voz femenina normal, sin escape de aire y soy soprano!
Y claro, nunca creí que fuera posible, pero el trabajar en los tonos graves, la respiración, la conciencia y relajación, en lo que nos parece cómodo y natural, como si habláramos, hizo que construyera las bases fisiologicas y emocionales para que los agudos salieran sin esfuerzo.
No puedo describir lo que ha crecido mi voz en los años que llevo estudiando, porque es algo que no tiene un fin, es un camino y siempre hay algo que descubrir, una nueva canción que nos presenta un desafío, etc.
Nuestro instrumento, físico y emocional, tiene muchos matices, mucha historia y cada pequeño paso que das en él, se refleja en nuestras vidas. Algunos de vosotros creerán que tampoco es para tanto, pero es mi camino de romper con los esquemas mentales y asegurar esa voz hablada es lo que me gusta transmitir para que luego mis alumnos emprendan su propio camino y se animen a experimentar, "equivocarse" y volver a empezar, hasta encontrar el punto en el que se sienten cómodos consigo mismos y su voz, siempre, cuidando su instrumento.
Porque...Si no lo cuidamos nosotros, quien lo va hacer?
Nota: La imagen elegida no es más que la cara de placer que produce cantar...