Las bases lo son todo - ¿por qué llega un punto en el que suspendemos matemáticas?

De todas las asignaturas que he dado en mi vida, la que más llegué a odiar fueron las matemáticas. Segundo y tercero de la ESO fueron terribles para mi en esa materia.

Pero es curioso cómo terminó siendo mi asignatura favorita desde cuarto de la ESO hasta que terminé la carrera de empresariales.

Me encantan porque son puzles que tienen que ser resueltos.

Cuando empezamos el colegio nos enseñan a contar, sumar, restar, multiplicar, dividir, etc. Cuando tenemos bien asentado un concepto pasamos al siguiente. ¡No hay otra manera de hacerlo en matemáticas!

Es absurdo enseñar a un alumno a multiplicar si no tiene claro el concepto de la suma. Y por supuesto, no se le puede enseñar a resolver ecuaciones bicuadráticas si no entiende el concepto mismo que hay detrás de toda ecuación.

Por lo tanto, las bases lo son todo.

Cuando estaba en segundo de la ESO pensaba que simplemente no tenía cabeza para hacer matemáticas. Que era algo más tonto que los demás en ese área. Y nada más lejos de la realidad. ¡No entendía conceptos clave!

Así que, profesora particular durante varias horas al mes hasta que conseguí interiorizar bien todo aquello que había entendido mal durante año. Y llegó el cambio. Y vaya que si llegó.

Pasé de suspender con unos (no podían ponerme ceros) a sacar la máxima nota en selectividad (a mis padres casi les da un infarto de la alegría).

Y eso mismo veo en mis alumnos. Ninguno de ellos es tonto. A ninguna de ellas les cuestan las matemáticas. Simplemente les fallan las bases.

Así que, una de las partes que más me gusta de mi trabajo como profesor particular es poder ir atrás y asentar esas bases para que puedan seguir construyendo sin que se les eche el mundo encima.

Y ahí es cuando hacen "click" y ocurre una transformación por la que vale la pena todo el trabajo. Llega un momento en el que te dicen "pues... es verdad que las matemáticas son entretenidas".

En ese momento ya están listos para volar solos.